Diversas catequesis 2


 

I.- LA MALEDICENCIA Y LA CRÍTICA 
La maledicencia se da cuando movidos por motivos impuros, comunicamos a otros los errores del hermano, independientemente del hecho de que el contenido de las palabras sea verdadero o falso. La crítica sin embargo, se produce cuando manifestamos a otros, o a nosotros mismos, un juicio de condenación, no en relación con la acción del hermano sino con respecto a su persona.

Esta distinción es importante, pero no debemos olvidar que la maledicencia y la crítica se consideran pecados aunque se diferencien en base al objeto que se refieran. Por eso se tratarán conjuntamente y se usarán a menudo como sinónimas. Leer más...
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II.- Los padres combaten la maledicencia y la crítica

1. LOS PADRES PROHÍBEN LA MALEDICENCIA Y LA CRÍTICA.
Dedicar un capítulo entero a este tema , cuando ya todo el libro contiene el pensamiento de los Padres del Desierto contra la maledicencia y la crítica , puede dar la impresión que hemos sido injustos con el argumento. Por eso, es necesario explicar que en este capítulo examinaremos solo las opiniones de los Padres que tratan directamente el asunto, sin pretender agotarlo.
 
A. Los motivos de la prohibición.
Las prohibiciones se refieren a temas muy dispares.

Acerca del ayuno, Evagrio Póntico recomienda a una monja "Si tu hermana come, no la desprecies. No te vanaglories de tus continencias".

Con el mismo espíritu, el Beato Simeón el Nuevo Teólogo (+ 949) reprende a un monje de nombre Arsenio porque critica a un hermano que estaba comiendo. En la vida de este Beato, narrada por Nicetas Stethatos (+ 1090, aprox.) se lee: Una vez el Beato fue visitado por algunos amigos. Uno de ellos tenía una enfermedad que le obligaba a comer carne de pequeños pichones. Simeón, lleno de amor, ordenó que cociesen algunos para que comiese el que tenía necesidad... Leer más...
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III.- Los padres explican por qué la crítica y la maledicencia son males.
1ª EL JUICIO HUMANO NO ES CIERTO
Los padres no se limitan a condenar los pecados de maledicencia y calumnia, sino que explican las razones y buscan las causas, subjetivamente y objetivamente injustas, de dichos pecados. Esas causas son esencialmente cuatro.
A. NUESTROS SENTIDOS PUEDEN ERRAR.
El ya citado Juan, que vivió con el gran asceta Bernasufio en el Monasterio de Abbá Seridú, cerca de Gaza en Palestina, en respuesta de una carta del monje Andrés le suministraba esta enseñanza "Aseguras que los errores de tu hermano son patentes. Dime una cosa: ¿conoces realmente la verdad?. A veces sucede que los errores de los que uno habla, que parten a menudo de una sospecha, se revelan después como infundados". Leer más...

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IV.- Los padres aconsejan acerca del comportamiento
 
1. CUANDO ESTA PERMITIDO EL JUICIO.
Hemos visto, hasta aquí, la insistencia de los Padres del Desierto en definir la critica, la maledicencia y la calumnia como reprobables. Pero ¿existen casos en los que es licito comunicar el pecado del hermano sin que sea una acción pecaminosa? Ya en el prologo se recogen algunos ejemplos de cuando esta permitido juzgar; es mas: cuando es necesario hacerlo. En este capitulo nos ocuparemos del argumento en relación con la vida personal del hombre.

Basilio el Grande, en sus «Reglas Detalladas», responde a la pregunta «¿qué significa “no juzguéis si no queréis ser juzgados”?» con estas palabras: «Cuando el Señor nos manda, por una parte, no juzgar para no ser juzgados y, por otra, juzgar con un juicio justo, nos enseña que existe una diferencia en la forma de juzgar. Sobre esta diferencia entre juicio permitido y juicio ilícito nos ha hablado muchas veces, y con gran claridad el apóstol Pablo: “no se pueden juzgar los asuntos que la Sagrada Escritura nos prohíbe ( por ejemplo, el estar atentos a ciertos alimentos impuros ) o sobre las cosas que no agradan a Dios, por las que él Apóstol acusa a los que las condenan” . Esta opinión paulina está contenida en las palabras “ Pues bien, yo por mi parte corporalmente ausente, pero presente en espíritu, he juzgado ya, como si me hallara presente, al que así obro; en nombre del Señor Jesús, reunidos vosotros y mi espíritu con el poder de Jesús, Señor nuestro, sea entregado a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se salve en él día del Señor” ( 1ª Cor. 5,3-5 )».

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En Cristo y María.
Miguel Alort.

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